No me rayes, en serio. Me la suda lo que diga esa tía, se le va la pinza. Yo me piro de aquí, a tomar por culo».

¿Quién es uno para opinar y juzgar la vida de los demás? De por si la vida propia, es complicada. Tratar de hacer lo correcto en los zapatos de cada quien es difícil, para todavía querer opinar lo que otros debieran de hacer.  En la mayoría de las ocasiones, uno ve la vida de los demás a través de los ojos propios, por lo que interpreta y considera las acciones de los demás desde una perspectiva ajena y más distante de su realidad.






 Un día, claramente me di cuenta que era infeliz.
 Infeliz en el matrimonio y en la vida, y, por supuesto, mi marido tiene la culpa. Sistemáticamente le reprochaba por ser infeliz. Pero no sirvió de nada, aún así fui infeliz. No quería o no podía hacerme feliz. Olvidé todo lo que me enseñaron, olvidé lo que aprendí. Solo sufrí y anhelaba la felicidad, pero no llegó, ya estábamos al borde del divorcio, me decepcioné cada vez más. Hasta que una mujer me recordó que mi sufrimiento era por ingratitud. 
Llevo unas semanas que Madrid se me está haciendo cuesta arriba y no sé porqué. Llevo viviendo aquí  años y no me había pasado esto hasta ahora
Aunque Madrid me gusta mucho, hay ciertas cosas que me sacan un poco de mis casillas
He decidido ponerlas por escrito para ver si así se me pasa este pequeño odio que le estoy cogiendo
¿Quizá Madrid se me está quedando grande y necesito una ciudad más pequeña para ser feliz?
Os dejo mis inconvenientes de vivir en Madrid y de seguir con el mismo hombre

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